viernes, 10 de febrero de 2023

EL HNO. DOSITEO - EL HNO. ADOLFO - FOTOS DEL INICIO DE UN LEGADO



Hno. Adolfo Noè Armijos Jarrín
Hno. Dositeo María
Septiembre 18, 1925. Saraguro
Febrero 10, 2013. Guayaquil (+)

He podido verificar a lo largo de los años que los  palmarés del San José La Salle son los libros mas perdidos en la historia de los lasallanos de Guayaquil. Se dan diferentes razones: me casé, los palmarés quedaron en la casa de mis padres, ahí se perdieron. O vendí la casa, y en esa casa quedaron por error, etc.

Es por esta razón que las fotos de esos palmarés se van haciendo cada vez mas raras, y como son fotos de hace muchos años, el paso del tiempo hace parecer que nunca hemos visto esas fotos, o tal vez si las vimos, no lo recordamos

Al llegar al décimo aniversario del fallecimiento del Hno. Adolfo , consideré que recopilar sus fotos de los palmarés y ponerlo en una reseña en mi blog, podría ser un agregado a todo lo que ya existe sobre él en internet (fotos, entrevistas)

Este recorrido comienza en 1959 y termina en 1973.

En las primeras fotos podemos ver un Hno. Dositeo delgado. En realidad él siempre se mantuvo delgado, tal vez cambió talla con el paso de los años, pero jamás llegó a ser gordo. Este es uno de los factores que favoreció a su longevidad, pues es sabido que los flacos viven mas tiempo.

Se mantuvo delgado por dos razones. La primera es que era de poco comer. Era muy moderado y muy cuidadoso, especialmente con la comida de la noche. Eso a pesar de que era un poco goloso, pues tenía una funda de dulces de Saraguro en la inspección.

En segundo lugar, a pesar de que no le conocí que deporte practicó, subía y bajaba las escaleras del San José todo el día. En una ocasión me comentó que después de sus vacaciones de invierno, venía un poco excedido de peso, pero que al mes de hacer sus labores de inspección,  recuperaba su peso ideal en un mes máximo. En sus buenos tiempos subía las escaleras de dos en dos escalones, lo que le permitía llegar rápidamente a donde se lo necesitaba. Ya mayor, usaba el ascensor con mas frecuencia, pero siempre se mantuvo activo hasta el final. Y esta actividad se manifestaba principalmente con la permanente movilidad.

Alguna vez me confió también , ya mayor, que dormía muy bien. Que nunca tuvo problemas con el sueño a lo largo de su vida. Siempre activo en su trabajo y en sus otras labores , que eran muchas (serenata mariana, club La Salle, ropero lasallano, etc). Eso sí, me dijo que evitaba actividades en donde se pusiera horizontal, pues se dormía con mucha facilidad. Una vez le ocurrió eso en una visita al Planetario de la Armada, y ni bien pasaron 5 minutos de comenzada la presentación se quedó profundamente dormido.

En el recorrido por las fotos a continuación podrán ver la evolución en el uso de la sotana. Primero fue una sotana negra, que luego pasò  en 1965 a una sotana blanca, seguro más fresca en nuestro caluroso clima, para ya en 1969 pasar al terno. Parece que el Hno. Adolfo fue uno de los primeros que dejó atrás la sotana para adoptar la vestimenta civil definitvamente, y ya posteriormente terminar en una guayabera blanca que lo caracterizó por muchos años.

En las fotos se puede verificar su apoyo al deporte, que se inició con el equipo de ajedrez, y que luego ya como Inspector del Ciclo Diversificado, pasaría a supervisar todas las disciplinas deportivas del colegio. Todos los que fuimos seleccionados recordamos el día en que personalmente el Hno. Adolfo entregó el uniforme de la selección a la que íbamos a representar.

Su actividad como dirigente deportivo evolucionaría a formar al Club Deportivo La Salle que compitió en varios deportes, pero especialmente en la liga local de básket. Notas de prensa recogieron en su momento muestras de su temperamento cuando había que protestar por un mal arbitraje.

Palmarés 1959 




Palmarés 1960



Palmarés 1961





Palmarés 1962








Palmarés 1963



Palmarés 1964



Palmarés 1965




Palmarés 1966









Palmarés 1967





Palmarés 1968








Palmarés 1969








Palmarés 1970








Palmarés 1971







Palmarés 1972





Palmarés 1973





El Hno. Adolfo desarrolló las mas larga carrera de servicio a la juventud guayaquileña en el Colegio San José La Salle  . Desde 1959 hasta el 2013 (54 años). Esta dilatada trayectoria ya era destacada por Roberto Bitar en el libro Oro Lasallano, como pueden ver en la siguiente nota que reproduzco y comparto. Nunca pude confirmar con él porque se dio esta dilatada trayectoria en un mismo plantel, no puedo asegurar que se trató de casualidad, o que fue algo de voluntad del Hno. Adolfo que nunca solicitó un cambio. Esta es una duda que no podré despejar.



En esta foto ya el Hno. Adolfo con guayabera blanca característica, mas adecuada a nuestro clima, mas práctica también. Corresponde esta foto al año 2008, mi último  año como padre de familia y también como profesor de nuestro querido colegio



Ahora que ya nuestro colegio deja su local del centro, aprovecho la oportunidad para compartirles el discurso de agradecimiento que a nombre de los padres de familia pronuncié con ocasión de la ceremonia de graduación de la promoción 60. En este discurso hice un recuento de la gran labor de los hermanos y particularmente del Hno. Adolfo. Ver



El Hno. Adolfo no era muy adepto a ver televisión, creo que a mas de ver las noticias nada mas. Prefería ir a ver el deporte en vivo y en directo. En primer lugar los partidos del Club La Salle de básket, aunque también hay referencias de que iba a ver los clásicos del astillero. En alguna conversación con José Pileggi, llegamos a la conclusión de que el Hno. Adolfo, no era ni barcelonista, ni emelecista. Le gustaba el fútbol como espectáculo. Pero también le gustaba molestar a su interlocutor de turno, haciéndose pasar de uno u otro equipo, para molestar a los perdedores principalmente. 

Es por esta razón que no era raro que vaya a visitar el coliseo por la noche para ver quien estaba jugando en ese momento. Y es así que nos encontró en una noche, y aprovechamos para tomarnos una foto con el Hno. Adolfo, la que sería la última foto que me tomé con él. 




Para concluir esta reseña les cuento que una vez le pregunté como era el proceso para adoptar el nombre de la comunidad. Me dijo que una vez que eran ordenados como Hermanos Cristianos, había un ánfora donde habían papeles con nombres de comunidad para ser asignados por suerte. Cada hermano tomaba un papel y se enteraba que nombre le tocaba. Me comentó que a algunos les gustaba el nombre que les había tocado, pero que a otros no les gustaba.

Entonces vino la pregunta de rigor. Y a Ud. Hno. Adolfo, le gustó su nombre Dositeo (María). No me respondió. Es mas se fue de donde estábamos conversando rápidamente, prácticamente haciéndome a un lado con su brazo, como diciéndome “quítate que te tumbo”.

Parece que el nombre de Dositeo no le gustaba. Por eso apenas hubo posibilidad recuperó su nombre de bautizo, y así lo hizo saber en una placa sobre su escritorio, para que a los visitantes les quede claro como se llamaba y como prefería que lo llamen.

Tomado del chat Oro lasallano el 2 de noviembre del 2023

Sobre el Hno Dositeo, dias después de su muerte , el fraterno Luis Antonio Ruiz escribió:

SU NOMBRE LO DICE TODO

Por Luis Antonio Ruiz

Fue sepultado sin hábito pero era el hermano más hermano de las Escuelas Cristianas del Ecuador. Lo acompañó en su sepultura ese traje azul marino con el que, sin querer haber llegado a ser rector o superior del Colegio y de su orden religiosa, impuso más respeto, dignidad, sobriedad y cariño que cualquier otro. Era la institución dentro de la institución.

Qué chocantes puede que resulten estas palabras a algunos pero creo que en honor a la verdad era el mejor. Y en honor al honor que merece esa insigne institución llamada San José, cuando algún joven pregunte cómo debe ser para convertirse en un buen hermano de las escuelas de La Salle, un buen amigo, un buen maestro, un buen educador, un buen cristiano, todos a una deben responder: como Adolfo Armijos!

Su nombre lo dice todo. Ser excepcional. De esos pocos que hay en el mundo que creen que para servir se tiene vida y para nada más. De esos, también pocos, que tienen un sentido totalitario de lealtad al lugar que se debe y a sus principios. De esos que aman con la vida lo que hacía y donde se pertenecía tanto que, como hizo Jesús, por ellos dio la vida misma. Porque les recuerdo que a Adolfo la muerte lo sorprende no en el asilo donde los new age lo querían mandar. Lo encuentra trabajando por su colegio-casa-causa. Lo sorprende ahí en su amado San José. En su habitación. En su comunidad. Entre los que se consagró. Se lo lleva… lo que es la vida… como él y Dios quiso porque nadie pudo contra eso: hasta el último minuto al servicio del Hno. Miguel y San Juan Bautista que tanto imitaba…

Estaba en su mejor momento: lúcido, comprensivo, conciliador, cariñoso… Quienes estábamos cerca de él sabíamos que ya se había graduado con todas las especializaciones y doctorados posibles como hijo de Dios!. Porque no sólo que ya no veía defectos sino virtudes en los demás sino que había llegado al punto del no retorno de esos seres más de allá que de acá que perdonan por perdonar, como si fuera algo demasiado natural. Para quienes lo intentaron dañar… tranquilos! Pueden vivir con la certeza de que con ustedes se fue en paz. Los perdonó y los perdonó de corazón. Es más gracias a él no los fuimos a buscar para responderles como los hijos le responden a quienes agreden a su padre y estoy convencido ya no lo haremos porque eso sería faltarle a sus convicciones. Los perdonamos también.

Es que Adolfo fue un hombre de choques y rupturas. De transformación en la oscuridad. No iba con la corriente, iba contra la corriente y por eso es que muchos no lo entendían. No era un doble moral sino un roble de moral para quien los valores no cambiaron ni cambiarían nunca. Era el “imposible de negociar” cuando de principios se trataba. Puntualidad, presencia, silencio, respeto, disciplina, piedad, ahora que son escasos, lo hacían el extraño. Pero fue precisamente por eso que brilló. Fue por eso que sus alumnos lo respetaban. Fue por eso que los que se graduaron se fueron con el mejor de los recuerdos. Fue por eso que miles volvimos a él. Fue por eso que siempre en distintos ámbitos fue reconocido y aplaudido. Fue por eso que la noticia de su muerte impactó y trascendió. Y es por eso que, para la leyenda, cuando se escuche Adolfo Armijos a través del tiempo se escuchará el respeto mismo. Aprendan de él!

El inculcaba formación real! Formación para formar! Su vida fue una permanente enseñanza. Libros, discursos, videos, frases, palabras, mensajes, consejos, también castigos, todos sabios. Y hay algo que en sus postrimerías este maravilloso hombre cambió y debería quedar como uno de sus principales aportes para los anales de la vida de los lasallanos. 

Nos enseñó con sus actos, a sus más cercanos, que eso de que “los amigos están en las buenas y las malas” es mentira. Los amigos, versión Adolfo Armijos, “están en las malas”. Y en realidad así fue! No me acuerdo haberlo visto en alguna de mis fiestas… en algunos de mis éxitos… Nunca recibí su llamada en los momentos en que disfrutaba ni en los que me daban aplausos. El aparecía cuando estaba mal. Cuando necesitaba aliento. Cuando requería fuerzas. Cuando murieron mi papá y mis abuelos… ahí en sus sepelios, sumido en el dolor, alzaba la mirada y lo veía parado a la distancia…

Estuvo a mi lado en las malas y me buscaba cuando alguien estaba mal para ir a ayudarlo! Porque detrás de esas gafas, que para muchos eran el símbolo de la fortaleza, habían ojos que lloraban, y mucho, cuando uno de sus seres queridos sufría!

Y claro que hay una explicación lógica de por qué este caballero de La Salle era así de fenomenal: es que estaba curtido! Curtido en Dios, curtido en la Virgen y en su Llama de Amor, curtido en la fe y en la esperanza que nunca, pese a la frialdad de la desestimación por su edad, perdió. Curtido en el Rosario, que con tanta devoción rezaba; curtido en las 40 horas y Corpus Cristi, que con harto sacrificio organizaba; curtido en la Serenata Mariana, que desde la planificación disfrutaba; curtido en la misa de cada domingo, donde se confesaba y comulgaba; curtido en el Ropero Lasallano, maravillosa obra de generosidad que comandaba; curtido en las novenas que animaba y convocaba. Era, en consecuencia, un fruto de los buenos. “La lámpara encendida y con bastante aceite” que nos manda a hacer la Biblia.

Ensimismado en la piedad cristiana no podía ser de otra manera que como fue pues si pasaba ocupado en las cosas de Dios! Lo demás… es más. Que la semana cultural, que la semana de integración, que la jura y ceremonia de la bandera, que la banda de guerra, que las olimpiadas de estudiantes, que los deportes, que la cancha de fútbol, que las obras de teatro, que el día del ex alumno, que las olimpiadas de los ex alumnos, que los retiros, que la pastoral juvenil… Eran el andamiaje de su vida con la que le daba vida a La Salle de aquí.

Para quienes quedan, es La herencia!… Recíbanla con el amor y con la sapiencia con las que las dejó y no la despilfarren sino que busquen multiplicarla sencillamente siendo como él: la vocación misma del servicio. Por favor… que no tengamos que ver que sus zapatos les quedan muy grandes porque grandes, en buena onda, sabemos quedarán porque como Adolfo no hay ni habrá.

Desde esta página y, sin temor a equivocarme, a nombre de los más de diez mil hombres de buena fe que él formó, y de las miles más a cuyos corazones con sus obras tocó, celebro la existencia de Adolfo Armijos Jarrín. Tengo tanto y más que decir de él… pero su nombre lo dice todo.


UNA VIDA AL SERVICIO DE LOS DEMÁS

Este era el lema  que frecuentemente el Hno. Adolfo Armijos, hizo referencia hablando de su trayectoria de educador  formador de juventudes, y yo añadiría: Una “larga” vida al servicio de los demás.
Cuando uno ve en contexto toda la vida del Hno. Adolfo, uno se pregunta qué factores hicieron posible una tan dilatada trayectoria. Sin considerar que no soy el más indicado para dar una opinión acertada, voy a contribuir con las que fueron mis observaciones, primero como alumno, luego como profesor, y finalmente como padre de familia, ya que tuve la suerte de cumplir las tres etapas de trece años completas en cada una de las formas nombradas.

Sin lugar a duda el primer factor, es el genético, posiblemente en la familia del Hno. Adolfo, la longevidad es una característica común.  Lo podemos comprobar con sus hermanos y  su primo el Hno. Pablo, que ya pasó la barrera de los 90 años. Pero al factor genético, hay que ayudarlo, y el Hno. Adolfo, lo ayudó de múltiples maneras.

La primera fue la alimentación, según me contó Guillermo Nath, el Hermano se cuidaba mucho con la comida, de hecho comía muy poquito. Si uno ve las fotos de él cuando recién llegó al colegio, se le nota muy delgado, obviamente cuando ya avanzó en edad, se engordó un poco, pero jamás llegó a mostrar sobrepeso. Pero detrás de ese cuidado en la comida, tal vez se esconda un secreto conocido por muy pocos, y es que el niño Adolfo, era muy difícil en su comer, y según cuenta su hermana en el documental preparado por Manuel Torres, cuando el Hermano a la edad de 12 años, se fue al seminario para iniciar su preparación como Hermano Cristiano, lo que más temía su familia no era su falta de vocación, lo que le sobraba, sino más bien que su hermano Adolfito, era bien fregado con la comida, y solo comía lo que su mamá le preparaba especialmente a él.  Posiblemente esta característica lo acompañó toda la vida, y como siempre se mantuvo delgado, se corrobora el hecho que las personas delgadas viven más tiempo.

Otro factor que lo favoreció, es que siempre se mantuvo en buena forma física, en cada nivel de edad  que tuvo, siempre fue mucho más atlético que cualquier persona de su edad. Recuerdo una vez cuando era profesor, y el Hermano debió haber  tenido 50 años más o menos, y hubo un desorden en el segundo piso, donde estaban los cuartos cursos, el ruido se escucho cuando él se encontraba en la Inspección, y lo ví subir las escaleras del Colegio, saltando los peldaños de dos en dos, llegando al segundo piso casi de inmediato. Hoy que tengo más o menos esa edad, si tengo que hacer esa subida, lo tendría que hacer despacio, y subiendo lo escalones de uno en uno, y aún así  llegaría con la lengua afuera. El hermano Adolfo  siempre fue muy activo, y eso lo ayudó a mantenerse en buena forma física.  Por muchos años tuvo el don de la ubicuidad, cuando uno menos se lo esperaba, aparecía el hermano Adolfo en cualquier parte del Colegio, y no solamente en la secundaria.

Tuvo el gran privilegio de vivir su vocación a plenitud.  Acertó totalmente, vivía con alegría el contacto diario con los jóvenes. Me contó una vez que él extrañaba la cátedra, que el haberse convertido en administrador, lo había alejado de lo que a él más le gustaba, la vivencia directa con el joven en el salón de clase. Tal vez él buscaba compensar este sacrificio con su visita diaria a los salones de clase, y poder hacer sus famosas reflexiones diarias. 

Si queremos imaginar un verdadero católico practicante, el Hermano Adolfo es su insignia. No era el católico que creía cumplir con solo ir a misa. El vivía su religión a través del amor al prójimo y este amor se manifestaba con diversas actividad tanto en tiempo de colegio, como en las tardes y fines de semana. Ahí están sus otras actividades extra-curriculares:  organización de grupos de oración, Romerías, visitas al leprosorio, el Ropero Lasallano, la Serenata Mariana, las Cuarenta Horas, Catequesis a los niños del barrio alrededor del Colegio. 

No podemos olvidar de mencionar su apoyo al deporte del Colegio, como ningún otro hermano lo hizo, ni creo que lo hará nadie mas. Con presencia personal en los entrenamientos, y  preocupación porque las selecciones del Colegio tengan su debida preparación y presencia con regios uniformes. 

En una entrevista que él concedió en sus 80 años, relató su horario de trabajo, comenzando a las 5 de la mañana con la oración diaria; 6 y 40, ya en la inspección para organizar el trabajo diario, se encargaba de tocar la campana de entrada, y de ponerse al frente de la formación tanto en la entrada como en la salida a la 1 y  media. Por las tardes, se dedicaba a otras actividades, sea atendiendo en la Inspección, visitando los entrenamiento deportivos y  como él dijo,  a leer y a escribir, para terminar su jornada a las 10 y media u 11. Según me contó él mismo, dormía bien, lo que le permitía recuperara energías para el día siguiente. Con todo lo que hacía en el día, como no iba a dormir bien, seguramente llegaba bien cansado. Me contó que una vez asistió al Observatorio de la Armada, y no bien se puso horizontal, se quedó profundamente dormido.  Durante  la mañana tenía una jornada, que para otros podría ser  extenuante, tuvo una política de puertas abiertas, y atendía de pie, a los atrasados, profesores y los padres de familia. En esta última parte, fui testigo de situaciones verdaderamente difíciles de manejar, pero que el Hermano Adolfo, las sabía resolver con gran experiencia y paciencia. La atención al público, con toda serie de requerimientos, puede llegar a ser verdaderamente agobiante, pero el Hermano Adolfo parecía pez en el agua. Sabía delegar, y supervisaba lo que delegaba. Tenía un buen estilo de administración de un centro educativo, tenía una agenda de compromisos bien organizada, aunque nunca la ví físicamente, pero lo que si ví es que todos los compromisos que el Colegio tenía se iban cumpliendo uno por uno, conforme se avanzaba en el año lectivo.  Tuvo una especial preocupación por los detalles de la fiesta del Abanderado, él  supervisaba personalmente todos los aspectos de esta magna fiesta. Lo mismo, todos los aspectos de las ceremonias de graduación, entre muchos otras actividades del Colegio, prácticamente estaba en todo, y lo hizo hasta muy avanzada edad.

Y a pesar de todo lo que hizo, declaró en una entrevista, de que le hubiera gustado tener más tiempo para poder escuchar a todos los estudiantes que buscaron sus consejos, y que tal vez no pudo ayudarlos como él hubiera querido.

En resumen, puedo decir que el secreto de una larga vida, en el caso del Hermano Adolfo, consistió en una renuncia voluntaria a las cosas materiales, para ir en busca de un fin superior para su vida, un fin que le daría más sentido a la misma, que le haría vivir con más intensidad, y fue el servicio a los demás, y sobretodo de los jóvenes lasallanos, que lo recordaremos siempre con gratitud y cariño, aunque como él mismo dijo, nunca buscó la gratitud humana, sino el haber cumplido consigo mismo y con Dios. Misión cumplida, Hermano Adolfo.

             












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