miércoles, 18 de septiembre de 2024

QUE CANTE CAAMAÑITO

En 1 982 fui invitado por el Hno. Dositeo (Adolfo Armijos) a dar clases de Matemáticas a los Sextos Cursos FIMA del Colegio San José La Salle. Fue un movimiento de emergencia , pues el profesor que había dado su palabra falló a última hora y se presentó la vacante. 

Mi única experiencia académica había sido un año antes reemplazando a un profesor que pidió una semana de permiso pues se iba a casar. Parece que dejé una buena impresión pues el Hno. Dositeo decidió tomar el riesgo de darme la oportunidad. Bueno , al fin y al cabo , yo era el que había pasado por ahí en el momento preciso. 

Un factor no menor en mi contra era que los que iban a ser mis alumnos eran tan solo dos años menor que mí, y estaban en su año de graduación. Con algunos de ellos habíamos compartido lugar en la selección de Basket del Colegio. 

Entre este primer grupo de alumnos estaba mi primo y quien mas adelante se iba a convertir en  mi compadre, Juanito Caamaño. 

Por ser el primer año de experiencia docente, y por la pequeña diferencia de edad entre profesor y alumnos, el manejo de la disciplina fue un problema que hubo que aprender a resolver. Juanito era muy alegre, y muy conversón, le encantaba el jarabe de pico. En una ocasión, parece que se le pasó la mano y yo no andaba con la dosis de paciencia completa, es así que tuve que sacarlo de clases.

Cuando dije "Sr. Caamaño, salga de clase", hubo un silencio brusco en la clase. Sentí en mi mente, la fuerza del pensamiento de los alumnos del Sexto Curso B, "Lo está sacando de clase al primo". Juanito salió de clase en forma muy respetuosa pero me miró de re-ojo como diciéndome: "Lucho, como me vas a sacar de clase".

Este episodio siempre ha sido motivo de comentario en la familia. Y creo que a pesar de muchos años del mismo , la experiencia como tal no ha sido completamente superada. 😊

Estos alumnos me tenían mucha confianza, y eso dio motivo a que con frecuencia me pidieran en coro, pero en forma respetuosa "Que Cante Caamañito". Esta petición se repitió muchas veces, y yo no di chance, pero un día decidí dar paso al particular requerimiento.

Y es así que desde su puesto en la última banca, Caamañito cantó. No recuerdo la canción, pero creo que fue una de Frank Sinatra. No pasó ni un verso, y todo el curso incluyéndome estábamos ahogados de la risa. La verdad es que el canto no era lo fuerte de Juanito. Era bien destemplado. Pero eso no le impedía continuar con la interpretación. En esa ocasión a mi se me salieron las lágrimas de tanto reirme. Solo muchos años después volvería a tener esa experiencia (risas y lagrimas) con los 5 primeros minutos de la película Shrek. 

A continuación presento la foto del recuerdo del curso que pidió que Cante Caamañito, y la foto en la agenda de algunos de integrantes.











Con el paso de los años, Juanito avanzó en sus habilidades. No solo cantaba desgañotado, sino que también bailaba generando contorsiones muy "especiales" y era el alma de la fiesta. La culminación del cultivo de su perfomance fue cuando se compró un parlante discoteca. Ese fue el culmine de todo. Aquí la foto de una fiesta de año nuevo en su casa.




Hace unos pocos años Juanito me contó una experiencia que tuvo con su papá Juan y un vigilante de tránsito y que también me producía, cada vez que me la contaba (le pedí que me la cuenta algunas veces), lágrimas de risa. Aquí se las comparto:

 En una ocasión Juan (padre) y Juanito (hijo) fueron a hacer un trámite en el centro de Guayaquil. Era muy común que uno maneje el carro y haga doble fila esperando al otro. Juanito lo esperó a Juan. En esa espera a Juanito se le acercó un vigilante de tránsito . El vigilante le dijo a Juanito que tenía que mover el carro pues sino tenía que citarlo. Juanito le habló con su particular don de gente, y convenció al vigilante de que su papá ya iba llegar, y que no tardaba. Así que el vigilante hizo el amague como que estaba haciendo su trabajo, pero aceptó a que Juanito espere haciendo doble fila. 

En eso llegó Juan y vio al vigilante. Parece que el trámite no había sido exitoso, o simplemente ese no era un buen día para tener una discusión con un vigilante. Cuando llegó Juan al carro no preguntó nada, sino que empezó a hablarle (prácticamente gritarle) al vigilante, no escuchó nada, y empezó a atropellar la palabra, él mismo hizo la explicación y la conclusión , "Que no ves que estamos haciendo un trámite, que no nos hemos demorado" y por último la remató diciéndole al vigilante "SI LO VAS A CITAR, CÍTALO, ATREVETE A CITARLO !!!!". 

Por supuesto el vigilante, se calentó, y olvidó lo hablado con Juanito, y lo citó a Juanito.

En el regreso a casa Juan y Juanito iban discutiendo . Juanito explicándole que lo que había hecho fue una tontería, pues el tema lo tenía bajo control. Juan no reconoció su error, no se disculpó y mas bien sintió que él fue el ofendido así que  cuando se bajó del carro tiró la puerta. 

Así era nuestro querido Juanito, siempre generaba anécdotas graciosas, por eso es imposible recordarlo de otra forma. Personas que alegran con su presencia la vida de los demás se dice que son un regalo de Dios. Ese regalo de Dios alcanzó a cruzar el sexto piso, tuvimos mucha suerte quienes fuimos sus familiares y amigos. Pero esa suerte posiblemente no la hubiéramos tenido de haber prosperado un accidente doméstico que tuvo Juanito en 1 972.

En unas vacaciones de invierno , estábamos en el dormitorio de la casa de las Conchas en Salinas, Juanito (7), Annabelle (5), Lorena (3) y yo (9). Juanito estaba tomando un vaso de jugo con hielo. Al terminarse el jugo. Juanito empezó a chuparse el hielo, con tan mala suerte que se le fue a la garganta. No pudo expulsarlo y empezó a ahogarse. Yo que era el mayor, le golpeaba la espalda, pero el hielo no salía. En ese tiempo no éramos tan informados como ahora, y ni idea de lo que era y como aplicar la maniobra de Heimlich. Por alguna razón que no recuerdo no pedimos auxilio. Talvez no había un adulto cerca. El hecho es que Juanito se nos estaba ahogando y nada nos daba resultado. Felizmente el hielo se derritió y Juanito pudo volver a respirar. Pero buen susto nos llevamos. Contándole esta historia a mi prima Rosa , ella no la recordaba o nunca la supo. Tal vez Juanito nunca se la contó. Lorena a pesar de ser muy pequeña en esa época, la recuerda perfectamente. 

Me quedo al final con una parte de las palabras de su esposa y mi comadre Marina en el día de su velorio:

"Mi mamá siempre le pedía a Dios que trajera a mi vida un hombre bueno.
Dios escuchó sus oraciones y trajo a mi vida al mejor esposo y al mejor padre"

Y yo, complemento diciendo que trajo a mi vida al hermano menor que nunca tuve, quien fue durante mi infancia mi mejor amigo, luego sería un gran primo,  hasta que un día me pidió que sea el padrino de su hijo Panchito, con eso sellamos una gran relación de vida, y a partir de ese momento nos llamamos uno a uno: Ah compadre !!!

Te vamos a extrañar mucho, pero te recordaremos con alegría y gratitud por haber sido la calidad de ser humano que fuiste. 

Descansa en Paz, querido Primo-Compadre




 








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