El día sábado 1 de noviembre de 2025, a las 16:00 aproximadamente, me encontré con mi querido profesor del Preparatorio A del Colegio San José La Salle en el Centro Comercial San Marino.
"Riverita", como le decimos de cariño muchas promociones de lasallanos, nos saludamos. Él no tiene problemas para identificarme, pues hemos compartido en el San José: como exalumno, fuimos compañeros como profesores, como padre de familia, y nos hemos visto con relativa frecuencia, hasta que el colegio cerró sus puertas.
Así que tuve un encuentro con el primer profesor de mi vida, quien me dio las primeras enseñanzas en un aula hace 58 años.
Como estábamos en la víspera del Día de Difuntos, Riverita me dijo que de los Hermanos de nuestra época ya solo queda vivo el Hno. Ramiro Velasteguí. Que todos los demás habían fallecido.
Me preguntó por mi hermano Renato. Le dije que había fallecido. Me preguntó por mi papá. Le dije que había fallecido hace algunos años. Luego me preguntó por mi mamá, y le dije que ella, con la voluntad de Dios, cumplirá un siglo de vida este próximo 17 de diciembre. Y se alegró de este gran acontecimiento.
Riverita tiene claro que, en mi grado, tuvo un alumno —el único caso en su vida— que lamía la tiza de lo escrito en el pizarrón, y que tenía que cuidar que no lo hiciera. Siempre nos reímos de esta experiencia.
Pero la conversación llegó a un punto serio cuando, en un momento, con cara de preocupación, me miró de arriba abajo y me preguntó: "¿Qué te pasó, Luchito Carlo?" Le pregunté "¿por qué?", y él me dijo que me había engordado, que había perdido el pelo y que se me veía bien "acabadito". Y nos echamos una carcajada.
Riverita es el único de los profesores de la primaria de esos años que aún vive, y nos sorprende a todos su alegría auténtica cuando se encuentra con sus exalumnos. Muchos comentamos que está igualito a la época cuando fue nuestro profesor.
Yo tengo una teoría, y es que los profesores de primaria envejecieron más lentamente. Tal vez ese contacto diario con niños pequeños, de alegría pura y auténtica, de alguna manera se refleja en ellos y se los ve más jóvenes de lo normal.